El amor es algo tan ambiguo, que tratar de definirlo es comparable con intentar encerrar en pequeños frascos, las fragancias que nos rodean a lo largo de nuestros días. Los grados del sentir son efímeros al mismo tiempo que cambiantes, siendo eso básicamente lo que mantienen en común unos tipos de amor con otros.
Pero lo que sí es cierto, es que existen innumerables tipos de amor que varían según enfoques. Es decir, pueden estar dirigidos hacia personas, objetos, principios, identidades y un interminable etcétera. Ese amor puede canalizarse de las maneras más remotas que podamos imaginar y en muchas ocasiones puede rozar incluso la mayor de las obsesiones frenéticas.
Aunque como he comentado, exista un inmenso abanico de tipos de amor, yo me explayaré sobre uno en particular, del cual pocas personas –mercadotécnicos y similares aparte- son conscientes, a pesar de que la mayoría lo padezcan. Este amor es el que se sufre hacia las marcas concretamente; incluso los más escépticos lo padecen.
Para explicar este fenómeno nos tendríamos que trasladar a épocas muy lejanas. Pero para entender su significado contemporáneo, tendríamos que partir del siguiente hecho: Los causantes de dicho amor por las marcas, fueron los agresivos mecanismos de marketing que se implantaron y que han ido evolucionando hasta el día de hoy. Siendo más exactos, se creó un sistema para dar rienda a la producción proveniente de la macro-industrialización que se estaba dando. En la medida que aparecían muchas firmas para un mismo producto, las marcas servían para que el consumidor pudiera diferenciar la una con la otra –su procedencia y en definitiva lo que había detrás de ese producto en cuestión-. Ya no era el producto de fulanito de tal, sino que eran grandes compañías que operarían tanto regional, nacional o incluso internacionalmente.
Ante tanto producto, que a priori se antojaba uno igual del otro, las marcas se vieron obligadas a evolucionar y crearse una identidad propia. El consumidor, confuso con tanta posible elección se decantara así por el producto en cuestión y finalmente pasara por caja. Así pues, dejando de dar mera importancia al producto en sí, se empezó a “vender” la marca, de tal manera que con el paso del tiempo una misma marca ofrecía distintos productos, despojándose en gran medida de la relación directa que estaba arraigada entre marca-producto.
Por otro lado, no es harina de otro costal, el hecho de que todo consumidor tiene en su subconsciente almacenadas unas marcas concretas. Marcas que le transmiten una serie de valores como puedan ser confianza, seguridad, prestigio o incluso cutrez e indecencia. Encontramos de esta forma, que este tipo de amor -como la gran mayoría-, tiene una estrecha conexión con estímulos psicológicos que operan en nuestra mente.
Y es que, es tal la evolución que ha sufrido este tipo de amor en la sociedad, del que pocos o nadie escapa, que nos encontramos ante un fenómeno que pueda incluso traducirse en forma de vida. Porque vivimos de lo que consumimos (así es, vivimos en una sociedad donde el consumo está a la orden del día guste o no) y no podemos negar el hecho de que siempre que vayamos a adquirir o a consumir algo, nuestro amor hacia la marca está presente y pegando fuerte.
Mucha gente cree que esto se limita solamente a ir a una tienda de ropa y comprar “la marquita”, pero en nuestro día a día tomamos muchas decisiones vinculadas con este amor bastardo. Un ejemplo claro de este fenómeno son las compras del supermercado y el autoengaño que nos hacemos muchas veces al justificar porqué éste en vez de el de marca blanca, siendo la última más barata. O cómo escogemos un restaurante y no el otro, cuando el “menú del día” es idéntico, pero el que descartamos es algo más barato. O cuando simplemente dudamos entre dos productos de higiene similares (véase champú) pero resulta que uno pertenece a nuestras marcas “queridas”, aunque terminemos pagando algo más por llevárnosla.
El amor hacia la marca lleva implantado hace décadas en nuestra sociedad, pero a mi entender ha cobrado su máxima expresión hoy en día, con ejemplos del estilo de la compañía Apple. Esta marca tiene fanáticos por todo el mundo que esperan con gran ansia el avance de algún producto que comercializan. Es por todos sabido, que en general cuestan (los productos Apple) una cantidad considerablemente más alta que los otros de su segmento. Ante este hecho, muchos acérrimos a la marca, se escudan en la calidad de los productos, el diseño, la exclusividad…(disonancia cognitiva) ¿A caso es exclusividad tener un dispositivo, el cual vas a ver repetido, al menos diez veces en un día?
Con todos mis respetos hacia los consumidores de esta marca, diré que no deja de ser, una vez más, uno de los miles de mecanismos mercadotécnicos que hacen que nos enamoremos de una marca o de otra; una cosecha que ha sido fruto de arduos años de trabajo comunicativo. De carácter corporativista, pero siempre desde una perspectiva buen rollista e independiente hacia las demás marcas, es decir, ha logrado transmitir unos valores con los que ha llegado a un amplísimo mercado y se ha desmarcado como marca; acompañado, como esmeradamente se han encargado de ello, de unos productos que respondieran a esos valores de marca anteriormente trabajados.
Con todos mis respetos hacia los consumidores de esta marca, diré que no deja de ser, una vez más, uno de los miles de mecanismos mercadotécnicos que hacen que nos enamoremos de una marca o de otra; una cosecha que ha sido fruto de arduos años de trabajo comunicativo. De carácter corporativista, pero siempre desde una perspectiva buen rollista e independiente hacia las demás marcas, es decir, ha logrado transmitir unos valores con los que ha llegado a un amplísimo mercado y se ha desmarcado como marca; acompañado, como esmeradamente se han encargado de ello, de unos productos que respondieran a esos valores de marca anteriormente trabajados.
Parece que en el caso de Apple, el Cupido de la manzana mordisqueada tiene flechas para dar y tomar… Y las que pega, pega fuerte de verdad. ¡Puro Brand Management amigos!
Podemos ver como el mismo spot del Ipad 2 se titula "Love", dejando entrever cual es su principal baza.
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